Si hay un día marcado en el calendario de todos los vecinos de Huélago, ése es el de Todos los Santos. Un día festivo para recordar la memoria de todos los huelagueños que descansan eternamente en su tierra, y que ya forman parte de la singular historia de nuestro pueblo. Una cita que congrega entorno al
camposanto a familiares y amistades para cumplir con la tradición de engalanar con flores las tumbas de sus parientes.
Durante el fin de semana y el día festivo, que este año ha permitido a más de uno realizar un puente, numerosos huelagueños que viven en la provincia y fuera de ella, acudieron a la localidad para honrar a sus muertos. El goteo de vecinos fue
continuo tanto en el cementerio como en el pueblo por lo que era inevitable que surgieran los corrillos para recordar tantos buenos momentos vividos en el pasado, con los presentes y los que ya no están.
También fue un día para cumplir con la tradición gastronómica del día. En algunas casas había un agradable olor a castañas asadas, boniatos, gachas y otros platos típicos de este día. A fin de cuentas, ya lo dice el refrán, «el vivo al bollo y…».
En resumen, Huélago vivió unos días en los que sus vecinos pudieron reunirse una vez más para cumplir con la tradición de rendir homenaje a los seres queridos que descansan en paz y en su tierra.
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